No hay nada más sano que una cosecha que has mimado tú mismo. El tomate que saco no tiene ni punto de comparación con lo del supermercado. Fresco, natural, cultivado sin prisas ni productos raros.

Ver productos de Marruecos en todos lados mientras los nuestros, con mejor calidad, se quedan en el campo. Que no te paguen ni para cubrir el abono. Que se consuma lo de fuera y se deje morir lo nuestro.

He visto el campo empeorar. Soy el acequiero del pueblo y de 6000 anegadas que podía regar, hoy solo están activas 2000. Eso lo dice todo. Cuando el agua no corre, la tierra se para. Y la gente también.

Porque he encontrado gente seria, implicada, que respeta al agricultor. Desde que trabajo con EAP no tengo problemas con los precios. Se paga justo, se valora el producto y se respeta el esfuerzo.

El relevo generacional está fatal. Mis hijos no seguirán. Y lo entiendo. Porque esto es duro, está poco valorado y te lo ponen muy difícil. Pero yo sigo. Porque para mí, el campo no es un trabajo. Es mi vida.